Foto: Especial.

Frente a los aranceles al acero y aluminio que el jueves pasado Trump resolvió imponerle a México, la Secretaría de Economía (SE) alista represalias que operaron con éxito cuando dirimió con su vecino del norte el incumplimiento a la apertura al autotransporte de carga, señalan analistas independientes y del propio Congreso estadounidense.

El caso referido tiene sus orígenes en el 2000, cuando de acuerdo con el TLC, Estados Unidos debió haber permitido la entrada de camioneros mexicanos a todo su territorio, pero no lo hizo, argumentando razones de seguridad.

Pasaron los años y Washington siguió obstaculizando el tráfico, hasta que en marzo del 2009 México le impuso como represalia aranceles a 89 de sus productos en un rango de entre 10 y 45 por ciento, centrados en productos agropecuarios estadounidenses, aunque también se incluyeron dentríficos, champúes y hasta papel sanitario.

La medida, que se amplió a 99 productos en agosto del 2010, castigó un flujo de exportaciones estadounidenses a México con valor de entre 2 mil 400 y 2 mil 600 millones de dólares al año en aquel entonces, que tomando en cuenta el efecto inflacionario, equivale a los 3 mil millones que ahora prepara la SE contra la Unión Americana.

“(En el 2010) un grupo de 56 miembros de la Cámara de Representantes escribieron al entonces Representante Comercial de Estados Unidos, Ron Kirk, y al Secretario del Departamento de Transporte, Ray LaHood, solicitando que la Administración resolviera el problema de los transportista”, documenta en un análisis Ángeles Villarreal, especialista en comercio internacional del Servicio de Investigación del Congreso estadounidense.

“Miembros de ese grupo bipartidista urgieron a resolver el problema, ya que los mayores aranceles de México estaban teniendo un impacto ‘devastador’ en industrias locales, especialmente en la agricultura”, abunda.

Su análisis señala que un 50 por ciento del valor de las exportaciones de papa a México cayeron y se frenaron ventas por unos 438 millones de dólares en productos porcinos durante el 2010, antes de que México levantara las sanciones, en enero del 2011, para dar entrada a un nuevo programa para el autotransporte, que básicamente continúa tal cual.

“Hoy, el Gobierno mexicano está implementando la misma estrategia y esta vez no está solo”, escribió ayer para la agencia Bloomberg Shannon O’Neil, especialista en relaciones comerciales del Consejo en Relaciones Internacionales (CFR), un centro de pensamiento (“think tank”) apartidista privado con oficinas centrales en Nueva York.

Explicó que ahora varios fabricantes de EU con cadenas de suministro bien desarrolladas que están en riesgo por los aranceles están apoyando a México.

“México está preparado para esta pelea”.

O’Neil resaltó inmediatamente después del anuncio de los aranceles el jueves por parte de Estados Unidos, que la Secretaría de Economía de México informó que dirigiría aranceles en represalia a productos como quesos, cerdo, manzanas, uvas y arándanos.

“Esta mezcla no fue fortuita, fue diseñada con anterioridad para obtener justicia económica y poder político, dirigiéndose a distritos electorales clave y partidarios de Trump”, apuntó.

La lista de productos estadounidenses, con sus aranceles respectivos, será publicada la siguiente semana en el Diario Oficial.

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