La llegada de bares a la calle Madero disparó el costo de las rentas y modificó la oferta comercial. Rentar un espacio para un centro nocturno puede llegar a costar hasta 70 mil pesos mensuales.
La elevación en las rentas afectó principalmente a pequeños empresarios.

Tal es el caso de Cecilio López, propietario de un negocio de serigrafia, quien tiene plazo de tres meses para desocupar su local. La finca en la que se encuentra está en remodelación, los propietarios decidieron arreglar el local, lo que repercutirá en un aumento en la renta que no podrá absorber. Hace un año la renta del local que ocupa subió 50%, en promedio paga seis mil pesos, pero Cecilio prefiere continuar en la zona ya que sus clientes lo tienen ubicado y prefiere moverse a otras calles donde hay rentas de hasta dos mil pesos mensuales.
A lo largo de la calle Madero existen 196 predios, entre las seis calles que abarca esta vialidad del Arco de la Calzada a Emiliano Zapata, que colinda con la zona peatonal, de todos ellos, 72 predios están dedicados al comercio, 26 son bares y solo 13 son casas posiblemente habitadas.
Si bien los comercios son más, la rentabilidad de los expendios de bebidas impulsa el cambio en el uso de los locales. Ejemplo de esto es la finca ubicada al lado del Templo de la Divina Infantita, en la que durante más de 15 años se comercializaron productos religiosos, actualmente la fachada fue pintada y en el local se instalará un bar.
En tanto, para Aurelio Durán, quien cuenta con una propiedad en la Madero, la oferta para rentar su local se ha convertido en moneda corriente, pues su patrimonio se divide en casa habitación y un local comercial que mide 21 metros cuadrados, por el que le han llegado a ofrecer hasta 25 mil pesos como renta mensual, pero el comerciante prefiere seguir usándolo para tienda de abarrotes y papelería, como desde hace 20 años.
Pero la llegada de este tipo de establecimientos le trajo a Aurelio las mismas responsabilidades que las autoridades municipales imponen a los ‘antros’, como medidas de seguridad, recolección de basura y todo tipo de restricciones.
“Nos exigen como a los bares, pero no ganamos lo mismo”, lamentó.
Otro caso es el de Teresa Márquez. En los últimos tres años, la renta del local que ocupa subió tres mil pesos. Ella es empleada de un negocio que comercializa hace 10 años playeras de algodón, el dueño paga un promedio de 11 mil pesos mensuales por usarlo.
Una casa ubicada a unos metros del local en que colabora está en renta, el precio mensual es de 70 mil pesos, de momento la finca está en remodelación a la espera de salir al mercado.
De la totalidad de las casas que hay en la calle Madero, 10 están solas, en proceso de remodelación y renta, a estas se suman un total de seis fincas que están abandonadas, otras más en proceso de restauración y renta. Pese a que la calle Madero es exitosa, cuenta con al menos seis locales solos, que en algún momento se remodelaron, pero no funcionaron, otros comerciantes dejaron sus negocios en esta calle para mudarse a calles cercanas, con rentas más accesibles.
