El abogado Juan Velásquez, también llamado ‘el abogado del diablo’ por defender a personajes tan polémicos como los ex presidentes Luis Echeverría, José López Portillo y al ex jefe de la policía capitalina, Arturo “El Negro” Durazo, también defendió a Roberto Zermeño para que ganara el caso del Estadio León.
Velásquez nunca ha perdido un juicio, y que el caso del Estadio León está muerto.
Juan Velásquez
En conferencia de prensa e invitado por el Colegio de Abogados de León, al primer Congreso internacional de Derecho, el prestigiado abogado señaló que las autoridades municipales están perdidas.
“El Municipio tiene el estadio. Zermeño dice que es suyo. Zermeño demanda al Municipio. El Municipio pierde el juicio, apela y pierde; promueve un amparo y pierde, y en contra de eso último, que ya perdió, promueve un recurso absolutamente improcedente que se llama revisión, como una patada de ahogado y como para que ahí en la Suprema Corte durmiera el sueño de los justos, para que a lo mejor, eso ya no lo sé, para que las autoridades de aquí se fueran y ya después de irse, el asunto se resolviera en contra pero ya no estando ellas, supongo”.
Se le cuestionó sobre su relación con Roberto Zermeño.
“A mí lo que me pidió el Señor Zermeño era que gestionara que la Corte lo resolviera; resolviera declarando lo que era improcedente lo que era improcedente”.
Juan Velásquez, explica porque la Suprema Corte se deshizo del caso del Estadio León en una forma coloquial, para que todos lo entiendan.
“El asunto ya se había muerto, hágase de cuenta que era un cadáver que hubiese llevado al Vaticano para que ahí el Santo Padre lo resucitara, bueno pero el Santo Padre ni siquiera le hizo un exorcismo, lo bendijo, pues no; el Santo Padre lo sacó del Vaticano, de ahí de San Pedro y lo devolvió al panteón, pues sí, pero, ¿por qué? Porque ya estaba muerto. El asunto, cuando llegó a la Corte ya estaba absolutamente muerto.
Y yo supongo que el Municipio, que yo supongo que, debe tener buenos abogados lo sabía. Supongo que todo fue una patada de ahogado para ganar tiempo y a ganando tiempo ahora ver que sigue”.
También se le cuestionó en relación a los amparos que han presentado los propietarios de palcos y platea.
“Ahí no sé. Es un tema que ni siquiera sé de que se trata. Ni siquiera entre al fondo del asunto. Yo entré a que ese cadáver que estaba ahí en la Basílica de San Pedro esperando el Milagro como con Lázaro, para que resucitara, simplemente se le llevara al panteón. Eso fue todo. No sé, por la resolución se determinó que el Señor Zermeño es el dueño. Ahora que si las plateas, palcos, no sé”.
No quiso involucrarse en señalar fallas del Municipio, al ser cuestionado si hubo una mala defensa.
“Honradamente no lo sé porque no estudie el fondo; no estudié porque ese cadáver es cadáver; ¿qué fue lo que lo mató?, ¿En vida era muy bueno o muy malo? ¿El doctor que lo atendió lo atendió bien, o con negligencia o con impericia?; lo único que hice fue que ese cadáver que ya no tenía chance de revivir se mandara al panteón”, dijo.
Juan Velázquez señaló que el caso cuando llegó a la Suprema Corte ya estaba muerto y que se dio cuenta estudiándolo los alegatos presentados por el Municipio.
“Estudiando lo alegatos del Municipio en ese recurso de revisión; alegatos que bueno; alegatos como los de un brujo que hubiese pretendido revivir a Lázaro”.
El litigante subrayó que lo que presentó la defensa del municipio ante la Corte, ya era improcedente.
“Absolutamente improcedente. Por eso supongo que los abogados que promovieron los recursos ante la Corte sabían que eran improcedentes, pero que lo hicieron para ganar tiempo. Quiso llegar a la Corte y como ahí hay 400 mil asuntos, se esperaba que ahí quedara y que algún día se resolviera, cuando ya los de aquí no se resolviera”.
Finalmente se le preguntó si influyó en los magistrados, para que, luego de un año, rechazaran el caso.
“Yo influencie para que simplemente, intervine, para que simplemente al Corte se diera cuenta de que eso que tenía ahí era un cadáver que no podía resucitarlo y que entonces se deshiciera de él mandándolo al panteón, y eso fue lo que hice”.
