Hace una semana platicaba a los lectores de este estimado diario las circunstancias dadas para construir, por fin, un teatro en nuestra ciudad. Ahora continúo.

Un gran intento para contar con un teatro -y algo más-, se dio harán 30 años aproximadamente cuando recién había dejado la Dirección de la Casa de la Cultura, para construir la Plaza de los Fundadores, y el Ingeniero José Martínez González era Secretario de Desarrollo Económico del Gobierno del estado bajo la administración del licenciado Rafael Corrales Ayala –entre los años de 1984 y 1990, platiqué con mi amigo, ya ido al cielo, Arturo Salgado Bravo, sobre la necesidad que tenía Irapuato de contar con un teatro, y conociendo que su papá tenía en propiedad un gran terreno con más de seis hectáreas de superficie sobre el bulevar Guerrero, donde posteriormente se realizó por mucho años la Expo Agroalimentaria, platiqué con Arturo sobre el proyecto que tenía de construir en ese terreno el teatro de la ciudad con todas las cualidades y condiciones necesitando para ello, cuatro y media hectáreas para realizar en él lo siguiente: el teatro con todos sus edificio y espacios necesarios, estacionamiento vehicular suficiente, áreas verdes, boscosas y frescas donde las personas pudieran ir y convivir libre y gratuitamente en esas áreas; un elemento nuevo que podría realizarse –y continuo pensando que sigue siendo favorable y económicamente autofinanciable su construcción-, como parte inherente a este gran conjunto cultural, un ‘Planetario’, edificio que sería un gran centro de atracción para los irapuatenses y gran parte de la población de muchas ciudades alrededor de nuestra ciudad, y lo sería por su gran elemento de enseñanza, distracción, entretenimiento y novedad siempre perenne, y porque en ninguna ciudad cercana existe uno abierto al público y con todos los adelantos técnico-científicos; el más cercano se encuentra en la ciudad de Morelia. Arturo se entusiasmó inmediatamente y fuimos a la fábrica de veladoras ‘La Soledad’ donde se encontraba su papa, Don Arturo Salgado, ocupado en ese negocio tan prospero. Al platicar con él igualmente se entusiasmó y en pocos días realizamos una especie de contrato en el cual se señalaba que Don Arturo y su hijo Arturo donaban esos terrenos para la construcción del teatro y planetario señalado. En él se señaló una clausula en la que indicaba que la única condición que numeraban los donadores era que la construcción de ese conjunto debería iniciarse antes de que terminara ese año.

Sucede que el Ingeniero José Martínez González llevaba gran amistad con el señor Ramón Aguirre, por aquel entonces candidato a la gubernatura de nuestro estado de Guanajuato y había platicado con él sobre el propósito que teníamos de realizar un teatro para nuestra ciudad. Ramón Aguirre se comprometió verbalmente a financiar su construcción cuándo resultara elegido como Gobernador. Tan contento estaba don Arturo que Arturo su hijo me comentó que, si le proponía a su papá que el teatro llevaría su nombre, Don Arturo donaría el dinero para su construcción total. El hombre propone y el… Cuando todo se encontraba listo, definido y aprobado, llegaron las elecciones; en el conteo resulto con más votos Ramón Aguirre lo que significaba que sería el próximo Gobernador. Pero el diablo lo descompuso. Por causas políticas ajenas a este artículo, Ramón Aguirre dio las gracias y declinó la gubernatura del estado. El diablo rio a carcajadas; el plan, proyecto y todo se derrumbó. Nos quedamos sin teatro una vez más. Se deshizo el trato escrito, el cual conservo todavía como recuerdo.

Pero la inquietud continuó. Carmelita Rodríguez de Tomé, con gran calidad humana, inteligente, muy conocedora del problema y su solución, y con muchas relaciones, formó un patronato para la construcción del teatro; teatro ya más que deseado, obsesionados y urgidos porque el edificio representaría una gran vía para poder acercar a la población a espectáculos artísticos muy variados con lo que se podría elevar en mucho la preparación intelectual, artística y social de nosotros mismos. Es decir, seríamos una comunidad más preparada, informada y más comprometida con nuestra ciudad y municipio. El diablo se interpuso, metió la cola y abortó de nuevo un patronato y continuamos sin teatro.

Pasó el tiempo, Ya contamos con el ‘Teatro de la Ciudad’, en la avenida Álvaro Obregón’. Con varios puntos negros (sin estacionamiento propio, afectando el medio barroco de los templos cercanos franciscanos y sin tener solucionada la vialidad, es decir el conflicto que se tiene para salir de él únicamente a través de las avenidas Manuel Doblado y Álvaro Obregón), pero ya funcionando.

Finalizo. Irapuato necesita otros espacios más de este tipo. Como centro en que se ha convertido de muchos municipios de los cuales sus habitantes vienen a nuestra ciudad a comprar y divertirse, no está por demás recalcar que debemos, todos, de trabajar por tener más teatros, más museos, más espacios de distracción y de elevación del intelecto y el espíritu nuestros. Continuaré en mi siguiente trabajo con información sobre la historia de Irapuato, Solicito y pido comentarios constructivos para estos comentarios, así como me suscribo como guía para visitar el centro citadino y platicar a grupos sobre nuestra historia. Gracias.

 

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