El Teatro del Bicentenario, Roberto Plasencia Saldaña, festejó su séptimo aniversario con un concierto de gala a cargo de la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato, que interpretó selecciones del oratorio “La creación”, de Joseph Haydn, y obras de Henri Tomasi y Alessandro Marcello, con el virtuoso trombonista holandés Jörgen van Rijen como solista. 

Antes de comenzar el recital, el director titular de la OSUG, Roberto Beltrán-Zavala, felicitó al público por los siete años del recinto, al que calificó como el teatro más grande de Latinoamérica. Presentó luego a Van Rijen, trombonista principal de la Orquesta Real del Concertgebouw,.

La velada inició con una transcripción para trombón del “Concierto para oboe, cuerdas y bajo continuo”, del veneciano Alessandro Marcello.

Van Rijen no sólo ofreció una lectura original de este concierto, sino dio muestra de una velocidad y flexibilidad sorprendentes, así como de una profunda sensibilidad.

Su forma de adornar hizo evidente su conocimiento del estilo barroco. Por su parte, la sección de cuerdas lució un sonido terso en los ritornelli.

La OSUG cerró la primera parte con un giro completo con el “Concierto para trombón y orquesta”, de Henri Tomasi, pieza escrita en 1956 e inspirada en el impresionismo y la música de salón parisina, así como en el blues, el jazz y los ritmos afroamericanos.

El trombonista holandés Jörgen van Rijen.

En esta obra, Jörgen van Rijen mostró ser un especialista en el trombón moderno, con una técnica impecable. Tanto en el Andante y Scherzo como en el Final, asombró por su resistencia, ataques precisos, agilidades y combinación de articulaciones; mientras que en el Nocturno, conmovió por su fraseo, pleno de sentimiento. Y además de tener un dominio absoluto del registro del instrumento, su sonido fue estable y flexible.

En tanto, la OSUG estuvo siempre al nivel del solista y el concierto concluyó de manera emocionante. La ovación no se hizo esperar y Van Rijen volvió al escenario para interpretar un breve y alegre solo de blues, que encandiló al auditorio por sus exóticos sonidos y gran sentido del humor.

Un coro vibrante  

Después del intermedio, la OSUG, el Coro del Teatro del Bicentenario y los solistas mexicanos Zaira Soria, Orlando Pineda y José Luis Reynoso ofrecieron selecciones de “La creación”, oratorio del austriaco Joseph Haydn.    

Esta obra maestra narra y celebra la creación del mundo tal y como se describe en el “Libro del Génesis” y en el poema “El paraíso perdido”, de John Milton. Está escrita para soprano, tenor y bajo solistas; coro y orquesta. Los cantantes representan a los arcángeles Gabriel, Uriel y Rafael, en las dos primeras partes, y a Adán y Eva, en la tercera.    

El tenor Orlando Pineda, la soprano Zaira Soria y el bajo José Luis Reynoso.

Para este concierto se omitieron algunas partes y a pesar de los cortes, los asistentes disfrutaron de los pasajes más importantes sobre la creación del universo, los animales, el hombre y la mujer.   

Sin embargo, los intérpretes no estuvieron al mismo nivel y, por lo tanto, el balance sonoro, fundamental en esta obra, resultó desigual, debido al volumen limitado de las voces de la soprano Zaira Soria y del tenor Orlando Pineda. Esta falta de equilibrio fue evidente en las arias con coro y finales del cuarto, quinto y sexto día de la creación.

No obstante, el Coro del Teatro del Bicentenario, bajo la dirección de Jaime Castro Pineda, brindó momentos de enorme emoción, gracias al sobresaliente empaste de las voces, rango dinámico homogéneo y contundencia. En “Los cielos proclaman la gloria de Dios”, “El Señor es grande en su poder” y “La gran obra se ha completado”, tanto las secciones homofónicas como las fugas se escucharon claras y vibrantes.

Roberto Beltrán-Zavala, director titular de la OSUG. 

También las secciones de cuerdas, vientos y metales sonaron con nitidez, transparencia y energía, y contaron con la batuta precisa y creativa de Beltrán-Zavala, quien se adecuó al estilo clásico de la obra. Por su parte, los cantantes cumplieron con sus intervenciones, destacando el bajo José Luis Reynoso, quien dotó de fuerza expresiva a su interpretación. 

Después del concierto se ofreció un brindis.

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