La justicia holandesa abrió una investigación sobre los detalles del suicidio de Slobodan Praljak, el ex general bosniocroata que ingirió este miércoles un veneno en el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY).
Cómo llegó la sustancia letal a sus manos, quién se la proporcionó y por qué no fue detectada a tiempo por los servicios de seguridad, son las tres incógnitas que deben despejar los fiscales de La Haya, sede del tribunal.
Praljak rechazó que los jueces de apelación confirmaran la pena de 20 años de cárcel impuesta en 2013, en primera instancia, por crímenes de guerra contra los musulmanes bosnios en la década de los 90.
Tras protestar, bebió de una botella un líquido que acabó con su vida en el curso de las dos horas siguientes.
“Hubo un análisis preliminar de la sustancia en el envase y todo lo que puedo decir por ahora es que había una sustancia química en ese envase que puede provocar la muerte”, explicó en una entrevista telefónica con The Associated Press la fiscal Marilyn Fikenscher.
De momento, no se descarta que visitantes, familiares e incluso miembros de su equipo de defensa le hayan proporcionado el veneno.
Las medidas de seguridad del tribunal, y de la cárcel que Naciones Unidas alquila en Scheveningen, el distrito costero de La Haya, para estos presos, son similares.
Cuentan con arcos detectores de metales, pantallas para observar el contenido de ropa y maletas, y el correspondiente cacheo posterior. Praljak y otros acusados, o convictos en proceso de apelación, conviven en la misma zona de la cárcel.
Una vez en el tribunal, suben de unas celdas en el sótano a la sala que les corresponda, y tienen contacto directo con sus abogados.
Praljak, que era también escritor y director de cine y teatro, no se consideraba un criminal de guerra y su suicidio frente a las cámaras, en público, fue una denuncia con un toque exhibicionista.
Los fiscales holandeses guardan silencio sobre la muerte de Praljak, y la Sala 1 del tribunal, donde ocurrió todo, está precintada para su revisión forense.
En La Haya, testigos presenciales que contemplaron este miércoles lo ocurrido, una vez que Praljak tomó el veneno y fue sacado de la sala de vistas, señalaron que los paramédicos le atendieron allí mismo.
“Pero la ambulancia tardó una hora en llegar y pasó otra más hasta que fue llevado al hospital (Haaglanden Medisch Centrum, en La Haya)”.
Los mismos testigos, que piden quedarse en el anonimato, aseguran que vieron sangre y escucharon gritos de dolor del acusado, que se retorcía.
