Los medios de comunicación internacionales dieron a conocer el caso de una asesina en serie en Canadá, quien junto con su esposo cometían los peores crímenes en la década de los noventa causando gran conmoción e indignación entre los ciudadanos.

El matrimonio habían privado de su libertad a tres adolescentes, de quienes abusaron sexualmente y después los asesinaron sin piedad.

Pero no conforme sólo con quitarles la vida, grababan los terribles actos de tortura y los abusos sexuales hacía los menores, teniendo como víctima a la hermana menor de la asesina.

Para el año 1993, la mujer había denunciado a su esposo por violencia doméstica, ya que lo acusaba por haberle reventado la cara con una linterna y temía por su vida, las autoridades se trasladaron al domicilio ante la denuncia y la situación se volvió sospechosa.

La mujer amenazaba a su marido delante de los agentes policíacos con desenmascararlo, por lo que inmediatamente generó una gran sospecha para los oficiales por lo que decidieron llevarse a ambos a la comisaría. Una vez en la comisaría, la mujer confesó todas las atrocidades que ella junto con su marido habían hecho.

Los detenidos fueron identificados como Karla y Paul, quienes tenían una relación enfermiza para llevar a cabo sus fantasía perversas, de las cuales abusaron de 3 menores a causa de su obsesión por la virginidad de las víctimas.

Ella confesó que la primera víctima fue su pequeña hermana de 15 años, ya que Paúl al pedirle matrimonio le solicitó una condición y era que le diera como “obsequio sexual” a su hermana virgen de 15 años, por lo que accedió.

Para el año 1990, la hermana de Karla había sido abusada en varias ocasiones por su esposo hasta que un día la drogaron y nunca se despertó, la menor había fallecido.

Karla y Paul seguían el mismo patrón, buscaban jóvenes que no superaban los 20 años para secuestrarlas, drogarlas para abusar sexualmente de ellas y después las asfixiaban.

Tras confesar Karla los crímenes que cometían, fueron hallados culpables y para el año 1995, Paul fue condenado a cadena perpetua mientras que Karla Homolka logró conseguir un acuerdo con la fiscalía al declarar en contra de su esposo y haber declarado que había sido forzada a cometer los crímenes por su pareja, y Karla sólo recibió una condena de 12 años en prisión.

Después de cumplir su condena, Karla Homolka se dedicó a limpiar su imagen y rehacer su vida junto a su nuevo esposo y sus hijos, pero tras los crímenes cometidos fue apodada como “La Barbie de la Muerte”.

Actualmente, Karla trabaja como voluntaria en el colegio donde estudian sus hijos, lo cual ha generado una gran preocupación en los padres de familia al saber que sus hijos estudian cerca de una asesina en serie.

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