Guanajuato, Guanajuato.- En el marco de la edición 45 del Festival Internacional Cervantino, la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato (OSUG) tocó por primera vez en nuestro País la pieza ganadora del Concurso de Composición de Basilea de 2017: “In memoriam”, del mexicano Víctor Ibarra, quien estuvo presente en el estreno.
La noche del viernes pasado, el Teatro Juárez celebró sus 114 años de haber sido inaugurado, obsequiado con la presencia de la OSUG y su director titular, Roberto Beltrán Zavala, que presentaron su segundo programa dentro de la Fiesta del Espíritu, el cual incluyó dos obras cuyos temas principales son la vida y la muerte.
El concierto comenzó con el estreno en México de “In memoriam”, la última partitura de un ciclo de piezas que Víctor Ibarra escribió entre 2010 y 2016, inspirándose en la obra plástica de Antoni Tàpies.
Esta obra para gran orquesta está basada, entre otras cosas, en la pintura “Figura paisaje en gris” y, según palabras del propio autor, busca profundizar en las cualidades del objeto musical, concibiéndolo como un elemento capaz de desarrollarse en los planos más diversos, en un intento de superar la naturaleza unidimensional del sonido.

El compositor mexicano Víctor Ibarra agradece a la OSUG su interpretación de su obra.
Además de ser un homenaje al artista catalán fallecido en 2012, “In memoriam” también fue escrita en honor de la madre del compositor, quien falleciera en 2016, dos meses antes del nacimiento del primer hijo del músico.
Por ello, explicaba el programa de mano, la pieza plantea una reflexión acerca de las diferentes dicotomías de la existencia: el principio y el fin, la alegría y la desolación, la plenitud y el vacío, la vida y la muerte.
Con esta partitura, Víctor Ibarra ganó el Concurso de Composición de Basilea de 2017, imponiéndose ante 450 participantes del mundo. El jurado le otorgó el primer premio, al destacar su sofisticado tratamiento de la microtonalidad y su “emocionante mundo armónico”.
Ovacionan a Víctor Ibarra
Así, el 19 de febrero de 2017, “In memoriam” fue estrenada en el concierto de ganadores del concurso, por la Orquesta Sinfónica de Basilea, dirigida por Francesc Prat; y ahora, ocho meses después, la OSUG ofreció su primera interpretación en nuestro País.
De una duración de alrededor de 20 minutos, la pieza captó la atención del público por su orquestación brillante, atmósfera inquietante y colores instrumentales, así como por su escritura polifónica.
La OSUG, acostumbrada a tocar música contemporánea, se notó segura durante toda la interpretación de la partitura. Luego de un silencio prolongado, los aplausos se volcaron hacia los músicos e, instantes después, hacia Víctor Ibarra, quien se levantó de su asiento en las primeras filas del teatro para saludar al director y agradecer la ovación.
Tocan a Mahler
Después del intermedio, la OSUG, la contralto holandesa Carina Vinke y el tenor surcoreano Dong Won Kim ofrecieron una lectura lenta y correcta de “La canción de la tierra”, la obra maestra que compuso Gustav Mahler en los últimos años de su vida, como un profundo acto de despedida de este mundo.
Este ciclo de seis canciones es grito de angustia, pero también de resignación por la muerte, ya que fue escrito meses después de que el genio austriaco fuera diagnosticado de una enfermedad cardiaca grave y que su hija María, de cuatro años, falleciera.
Entre 1907 y 1909, Mahler compuso “La canción de la tierra”, basada en poemas chinos del siglo VIII traducidos al alemán por Hans Bethge, en los que el músico encontró expresión a su dolor. La obra se estrenó seis meses después del fallecimiento del compsoitor, el 20 de noviembre de 1911 en Múnich.
Concebido en seis movimientos, el ciclo emplea una orquesta nutrida, a la que Mahler utiliza como un enorme ensamble de cámara, y tonos de la escala pentatónica, los cuales evocan una atmósfera oriental.
En resumen, la versión que la OSUG ofreció de “La canción de la tierra” fue discreta y contenida, tanto en la dirección como en el canto.
En esta ocasión, Beltrán Zavala optó por unos tempi demasiado lentos y unos fraseos muy amplios, esto provocó que la tensión musical se rompiera por instantes. Además, un manejo de dinámicas limitado y una dirección abstraída en la partitura contribuyeron a que la música careciera de emoción y pasión.
Por su parte, la contralto Carina Vinke careció del “carácter” suficiente para abordar el ciclo, sobre todo en las canciones “El solitario en otoño” y “La despedida”, que son un canto de desconsuelo y abandono.
Vocalmente tampoco estuvo a la altura, pues exhibió una afinación dudosa, problemas de respiración, un vibrato excesivo y unos agudos “velados”. Además, su falta de potencia hizo que su voz no se escuchara en el pasaje del caballo desbocado en el lied “Sobre la belleza”.
El tenor Dong Wong Kim ofreció una mejor actuación, demostrando su experiencia en los teatro de ópera de su país. En el “Brindis” por la miseria de la tierra, brindó un canto generoso y enfático, con suficiente fuerza y pasión. Mientras que en “Sobre la belleza” y “El borracho en primavera”, controló el caudal de su voz para expresar la ironía del texto.
Tras los últimos compases de “La despedida” y un largo silencio, el público aplaudió a la OSUG, a los cantantes y al director por haberlos acercado al corazón de Mahler.
