Edgardo Fabián Prátola peleó hasta el último minuto como un auténtico león, aferrándose a vivir.
Ya son 15 años sin el ‘Ruso’ por causa del cáncer, ahora corre en otro lugar, apasionado como siempre, duro al defender y noble al ganar.
La historia de Prátola está escrita entre partidos de futbol y juegos del destino, este último a veces de su lado y otras portando la camiseta del rival.
Quedó ligado a nuestra ciudad no sólo por haber defendido a La Fiera, sino porque aquí nació su hija Camila, su querida mexicanita, como siempre le decía.
Trabajando para el a.m. me tocó recibirlo a su llegada a León cuando vino a reforzar al equipo en 1996. Proveniente del Estudiantes de La Plata argentino, se le notaba entusiasmado con lo que a la postre fuera su única experiencia en el extranjero.
Venir a León para él significó un despegue en su carrera y la transferencia le permitió sentar las bases para hacer familia.
Para su esposa Ana Laura Esposito, el vestirse de esmeralda fue el premio que la vida le dio a su profesión. “Fue un hombre muy feliz en esos días”, asegura.
Su dureza al defender le llevó a ver la roja en muchas ocasiones y esto contrastaba con lo que el ‘Ruso’ era fuera del empastado: un tipo genial, con valores, teniendo a la familia como prioridad.
Precisamente fue en León donde se estrenó como papá. Aquí esperó junto con su esposa a su primera hija. “No podía privarlo de verla nacer, fue un 27 de octubre de 1998, él tenía que jugar y concentrarse en ello y por eso decidimos tenerla en León”, cuenta Ana Laura con nostálgica alegría.
Doce años después, Camila regresó a León para acatar una promesa pactada: pisar su ciudad natal y el pasto del estadio que defendió su padre. “Fue algo maravilloso cumplir algo que habíamos acordado con el ‘Ruso’”.
Ana Laura, Camila y Lara, su hija menor, gozan de una herencia rica del cariño de la afición de La Plata y del respeto de la gente de León. “Es lo que nos dejó nuestro ‘Rusito’ y para mis hijas es la forma de saber de su papá, de aquello que no pudieron vivir con él”, afirma.
En ese mismo empastado Prátola fue parte del trabuco leonés del 97, el mismo que llegó a la Final del Invierno. Su estilo de juego le hizo perderse el partido de vuelta de aquella Final contra Cruz Azul. Un trago amargo para él por no jugar, por no ganar.
“Sintió mucha impotencia, bronca y tristeza ya que había luchado en todas las canchas por el título, y también se sintió mal por su amigo, que si bien se equivocó no fue con intención”, relata Ana Laura.
Y efectivamente, aquella jugada de Angel David Comizzo, en la patada sobre Carlos Hermosillo, irónicamente selló la lealtad entre los dos jugadores. El ‘Ruso’ no se separó en esos momentos de su amigo, el portero sobre el cual llovieron muchas críticas.
Y el destino, en una de esas jugadas que hace, buenas o malas no lo sé, quiso que el ‘Ruso’ falleciera el mismo día del cumpleaños 40 de Comizzo.
Para ‘El Flaco’ perder a Prátola fue y es muy doloroso. “Apenas recién, Ángel David, puede hablar sobre el ‘Ruso’”, comparte la esposa de Prátola.
Luego de tres años como esmeralda regresó a su Argentina; un paso por el Unión de Santa Fe y posteriormente de regreso al equipo de sus amores, al Estudiantes, su segunda casa, club al que amó como hincha y jugador, aunque esta vez lo hizo para despedirse inesperadamente del futbol, obligado y no de la forma que él quisiera.
¿El destino? Sí. Sin saber que sería su último partido, Prátola jugó en el clásico de La Plata contra el archirrival de su equipo, el Gimnasia y Esgrima.
Al terminar aquel duelo fue raro verle bajar cuatro kilos de peso. Se le hicieron estudios y vino la noticia, padecía cáncer en el colon.
Entonces era el momento de sacar el coraje y Prátola enfrentó la enfermedad como un felino. “Nunca bajó los brazos, nunca se dio por vencido”, y más porque se supo enfermo a un mes de que naciera su segunda hija, Lara.
El ‘Ruso’ anunció el cáncer en abril de 2001 y por un año peleó contra este como se pelean las finales, con gallardía y mucho corazón. “Nunca se despidió de su profesión porque tenía mucha fe en que volvería”, expresa su esposa, “fue tenaz, jamás bajó los brazos, siempre miró para adelante, no le temía a la muerte, sólo le daba pánico no estar ahí cuando sus hijas lo necesitaran…”.
Por la mente del ‘Ruso’ se quedó la firme idea de regresar a las canchas, como jugador o como técnico, y trabajar por su familia.
“Pienso en eso porque soy joven y si no juego al fútbol tengo que vivir de otra cosa para mantener a mi familia. Me di plazo hasta fin de año para ver cómo conseguir algún ingreso”, dijo en su momento el ‘Ruso’ al periódico La Nación, en su país.
Por el espíritu de lucha ante la adversidad, Prátola se convirtió en un ejemplo de vida y su mejor homenaje lo recibió de parte de toda la hinchada de La Plata, cuando en un partido amistoso fue vitoreado por amigos y rivales mientras su compañero el delantero Mauricio Piersimone, lo cargaba en sus hombros. Esa vez el ‘Ruso’ lloró, pero de alegría.
Para Prátola, en la vida y en el futbol el último minuto se debe jugar a tope. Y hasta en esos instantes quiso darle la vuelta al marcador de la vida. “El último día que estuvo consciente me dijo que cuando todo esto pasara, nos íbamos a tomar unas largas vacaciones”, recuerda su esposa.
Simplemente, morir no estaba en su pensamiento.
Edgardo Fabián Prátola falleció el 27 de abril de 2002, a un mes de cumplir los 33 años. Siempre valiente y generoso, su historia nos muestra lo frágil de la vida, pero a la vez, lo inquebrantable que es el espíritu.
A ti ‘Ruso’, donde quiera que estés…
