Hace más de ocho días que aumentaron los precios de las gasolinas y el diesel en porcentajes cercanos al 20% de los que tenían el año pasado. Con el inicio de ese incremento, el día 2 enero comenzaron las protestas para combatirlo y por supuesto para hacer patente la inconformidad por la falta de sensibilidad del Gobierno Federal en relación a este tema. En dos o tres días esas protestas se generalizaron en la Ciudad de México y en algún otro punto de nuestra República, y pronto se multiplicaron. 
Lo que inició como una inconformidad manifiesta pacíficamente pronto fue acompañada de violencia y de hechos ilícitos que en México se han convertido ya en una forma usual de dar a conocer la divergencia de un grupo o grupos con las decisiones gubernamentales; es decir la toma de las vías públicas y los bloqueos a estas para impedir la circulación de automóviles y camiones. Inmediatamente después surgieron los actos de vandalismo en contra de bienes públicos y de particulares, fundamentalmente de empresas comerciales y de instituciones bancarias. 
Al momento de escribir estos comentarios tales hechos siguen creciendo, pues públicamente el Gobierno Federal y específicamente el Presidente de la República no han señalado que quieran dar satisfacción a los insurrectos y al pueblo de México pues nada han propuesto al respecto. Lo único que se ha hecho es dar explicaciones técnicas de la necesidad de ese incremento en entrevistas que los medios de comunicación han realizado a funcionarios de alto nivel de las secretarías de hacienda, gobernación y de transportes, y por escuetos boletines dirigidos a los medios de comunicación. 
En mensaje de año nuevo el Presidente siguió el mismo camino y se mostró frio y autoritario. Aquí, me pregunto, por qué si el Gobierno Federal por conducto de las distintas secretarías constantemente publica planas y planas en los periódicos principales de la República para anunciar las obras que está haciendo o que pretende hacer, no invirtió parte de ese gasto en proporcionar explicaciones claras y entendibles para todos. El no hacerlo ha provocado que muy pocos comprendan las razones técnicas y económicas que justifican el ‘gasolinazo’, pues no todos tenemos los conocimientos técnicos adecuados y la mente fría para apreciar la necesidad de la aplicación de esos incrementos. 
Así, pues, me parece claro que el Gobierno Federal obró sin preparar el terreno para que el aumento de los combustibles fuera soportado sin la reacción exagerada y manejada que ha surgido. Ciertamente cuando se realizó la reforma energética se dijo que las gasolinas bajarían de precio, aunque en el futuro estarían sujetas a los vaivenes de la oferta y de la demanda del precio internacional y podrían variar en su costo; sin embargo, nunca se hizo suficiente énfasis en esta circunstancia ni mucho menos se concretó la posibilidad de aumentos tan drásticos. Quizá el Gobierno Federal prefirió una relativa sorpresa en cuanto a esos aumentos para evitar presiones previas y soportar las que surgieran una vez realizados, aplicando aquello de “palo dado…”
O quizá no calculó la magnitud de la reacción. Lo anterior también porque esos posibles aumentos con motivo de la liberalización del precio de los combustibles se habían planeado, según lo que ha sido publicado, para los primeros días del próximo año, sin que tampoco se haya dado razón adecuada del por qué de ese adelanto. Eso pudo deberse, según dicen algunos, a la urgente necesidad de terminar definitivamente con los subsidios y para recibir grandes cantidades de dinero que proporcionan los impuestos que gravan a los combustibles, sin esforzarse mucho para tratar de encontrar otras fuentes por considerarlas más complicadas de implementar. Otros más argumentan una razón política, consistente en soportar las reacciones negativas ahora y no en el año entrante que es precisamente cuando habrá elecciones para Presidente de la República, que debilitarían aún más la posibilidad de que el PRI se mantenga en el poder. 
Sea una cosa o la otra, lo que parece claro es que el presidente Peña Nieto no calculó bien el momento ni la forma de hacerlo. Como tampoco está respondiendo adecuadamente a las manifestaciones de descontento, pues se está cayendo, hasta ahora, en algo usual en el Gobierno Federal, la soberbia que no le deja entender que a las inconformidades populares hay que darles una satisfacción no solamente técnica, psicológica o mental, sino también otra fundamentalmente emocional, que es lo que a este gobierno le ha faltado. Añado el nombramiento del “aprendiz” Videgaray y reitero “Sigue la mata dando”. 
[email protected] 
 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *