Fue hace casi un año que se conmemoró el centenario del hundimiento del Titanic, efeméride que provocó una amplia serie de eventos y uno que otro acontecimiento arquitectónico, como la apertura del Titanic Belfast.
El llamativo edificio, que hace eco en sus líneas del hielo y el agua que marcaron el destino del célebre trasatlántico, no fue el único recinto inaugurado para la ocasión. En Southampton, el puerto de donde el barco partió para nunca volver, hicieron lo propio con el Museo SeaCity.
El recinto diseñado por la firma británica Wilkinson Eyre Architects no recibió en su momento la misma atención mediática que su par de Belfast (inaugurado pocos días antes) pero la serenidad que da el tiempo y el hecho de que hace un par de semanas ganara uno de los premios Civic Trust, permiten apreciar sus particularidades.
De Corte a museo
El SeaCity se ubica en la cuadra que anteriormente ocupaba el Centro Cívico, donde se acomodaban la Corte del Magistrado y la Estación de Policía de Southampton, que se trasladaron a sedes más espaciosas en 2001 y 2006, respectivamente. Gran parte de esos edificios preexistentes fueron preservados, remodelados y expandidos para crear este recinto que no sólo rememora al Titanic, sino también el largo historial como punto de conexión con el mundo de este puerto británico.
La base del proyecto fue vigorizar el edificio existente, protegido como monumento histórico, aprovechando las salas de audiencias y el bloque de celdas para crear cerca de 2 mil metros cuadrados de espacio expositivo y áreas educativas. Al inmueble se le anexó un nuevo pabellón en el costado norte, destinado a exposiciones temporales.
El antiguo Centro Cívico data de los años treinta del siglo pasado y fue diseñado por Ernest Berry Webber como un conjunto de cuatro edificaciones independientes, pero interconectadas, una por cada ala. El SeaCity ocupa el ala oeste, mientras que las otras alojan oficinas del Ayuntamiento y la Galería de Arte de la Ciudad.
El acceso al nuevo museo siguió siendo el que tenía la Corte anteriormente, debajo de la emblemática torre de reloj conocida como “Kimber’s Chimmey”. Al entrar al edificio, los visitantes llegan al foyer, que provee de orientación y conectividad con los dos niveles del SeaCity.
En la planta baja del inmueble se acomodan los servicios de acogida, una tienda y una cafetería, accesibles sin necesidad de pagar entrada al museo. Estos elementos están enmarcados por un gran pozo de luz a triple altura, que se creó a partir de cubrir el antiguo patio de ejercicios de los presos.
Lo viejo y lo nuevo
Un muro continuo en color rojo óxido, que evoca la pintura anticorrosiva del Titanic, conecta el espacio de entrada, el pozo de luz y el lobby del nuevo pabellón de exposiciones temporales ubicado en el extremo norte, en el que todavía permanece la muestra “Titanic. La leyenda”.
Escalinatas en la parte central del edificio desembocan en el Gran Salón de la planta alta. A los costados de este antiguo espacio ceremonial se ubican las dos galerías permanentes del museo: “Puerta al mundo” (dedicada a la historia portuaria de Southampton) y “La historia del Titanic y Souhthampton”.
La exhibición del Titanic es entrecortada por el pozo de luz, aunque permanece intercomunicada a través de una pasarela-puente. Sobre este, un techo transparente de cristal enmarca la vista hacia la torre del reloj. Esta característica de diseño hace evocar el tamaño del Titanic, puesto que a decir de los arquitectos la altura de la torre es casi igual a la que tenían las chimeneas del trasatlántico.
“El diseño del Museo SeaCity es sensible hacia las características de los edificios existentes y usa las cualidades de estos espacios restaurados para enriquecer la experiencia de los visitantes”, señala la memoria descriptiva del proyecto de Wilkinson Eyre.
Entre las adaptaciones que se hicieron al viejo inmueble se cuentan la transformación de las salas de la corte en espacios expositivos, las celdas de la prisión en baños y la reconstrucción de la estructura de acero original del edificio.
La paleta de materiales utilizados para la intervención es dominada por el vidrio y la piedra, con los que se han hecho las adiciones que no disimulan su contemporaneidad, incluyendo el corredor acristalado que conecta el nuevo pabellón con la antigua sede de la corte y que puede servir como una entrada independiente si fuera necesario.
El pabellón, elemento más contemporáneo del proyecto, se compone de tres volúmenes de forma geométrica alineados en una formación que tiene una diferencia de altura de dos metros entre sus extremos. Su fachada está formada por paneles prefabricados cubiertos de piedra y marcos de vidrio translúcido reforzado para llevar luz natural al interior. El tono de piedra utilizado asegura que este nuevo elemento mantenga una coherencia arquitectónica con el histórico edificio original.
Con información de: Wilkinson Eyre Architects.

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