Llegar a la comunidad de La Colorada no es sencillo, al pie de la carretera tendrás que adentrarte tres kilómetros por un camino de terracería, pero si aceptas te encontrarás con la calidez de sus habitantes y un aroma que no podrás quitarte de la mente. 

Recorrer cualquier espacio destinado al proyecto es encontrar un olor agradable mezcla de recuerdos y sabores, canela, chocolate, menta, romero y por supuesto lavanda están presentes, convenciéndote de quedarte. 

El campo es una tentación que hará que no quieras despedirte de esta comunidad, pero sin duda lo que queda en tus recuerdos es ese rico aroma.  

La vocación de la comunidad siempre había sido la agricultura y para las mujeres el hogar, pero con la creación del proyecto jabonero han encontrado una forma de ayudar a sus familias a través del trabajo, dando lo mejor de sus habilidades. 

“Cambiar de un agricultor a un emprendedor, ese es el reto; que la gente se emplee aquí mismo para hacer crecer el interés de otros habitantes en el proyecto”.

Hotel Rosewood, Laja Spa y Coco Bambú de Nayarit son algunos clientes que consumen los jabones y aceites elaborados en la comunidad La Colorada.

La comunidad está ubicada en Dolores Hidalgo, a 28 kilómetros del centro de la ciudad, por la carretera que conecta a Dolores con San Diego de la Unión. En el último conteo eran 900 habitantes con 130 familias.

Ausencio Domenzain Martínez, presidente del proyecto, habló de los aspectos que integran este negocio. Lo que distingue a la marca es el aroma de sus productos y la presentación, sumado a sus procesos artesanales sin conservadores.

Su producción y distribución en México

La mayor producción que han tenido fue de 25 mil unidades de jabón, semanalmente producen mil jabones con diferentes diseños. Tienen en su catálogo siete esencias con las que aromatizan sus productos con lavanda, romero, limón, menta, chocolate y canela.

Hay clientes como el hotel Rosewood que tiene producción aparte, porque a ellos se les fabrican por pedido hasta 5 mil piezas por mes.

La distribución que tienen es nacional México, Querétaro, Coahuila, Sonora, Colima y la Riviera Maya; principalmente son destinos turísticos.

Además de este mercado sus productos los distribuyen en tiendas naturistas, hoteles boutiques, tiendas de aromaterapia. El mercado meta, explicó Ausencio, es el medio alto.

A mediano plazo planean exportar, para ello se están preparando, reuniendo la documentación necesaria para lograrlo. 

En el proyecto colaboran 28 personas divididas en tres áreas: campo, taller de costura y producción.

En campo están 10 personas que se dedican a cuidar todo el proceso, desde la reproducción, hasta la cosecha. Al cosecharse continúan dos procesos más: la destilación y deshidratación.

En el taller de costura trabajan cinco mujeres, ellas bordan los diferentes productos en los que colocan la lavanda; hacen Sachet (costalitos), cojines de cuello y meditación.

La producción de jabón la desarrollan diez mujeres, cada uno de los departamentos tiene un supervisor y en total elaboran 17 productos diferentes. 

Una lavanda muy especial

La lavanda que siembran es un híbrido de las especies Rustifolia y Latifolia, que unieron para formar plantas más resistentes. “No reproducimos por semilla –explicó Ausencio- sino por esqueje (retoño de la plata madre)”.

Proyecto Lavanda cuenta con cinco hectáreas plantadas, de estos terrenos ejidales, seis de los dueños colaboran dentro de la misma organización. 

Esta planta (lavanda) es perenne con vida de cinco a siete años, la floración es una vez al año entre junio y agosto, y una segunda floración entre octubre y noviembre.

La plántula inicialmente se hace crecer en el invernadero durante un año, antes de ser plantada en el campo. 

De sus campos cosechan 15 mil ramos, es decir 3 toneladas en flor fresca; de esta producción una parte la destilan, otra la deshidratan. 

La lavanda fresca es para destilar y sacar el aceite, la lavanda deshidratada se usa para vender el ramo, para desgranarla y venderla en flor a granel. 

Con la flor deshidratada rellenan los cojines de meditación para cuello y ojos, mientras que los ramos deshidratados se pueden vender directamente así.

El aceite que obtienen con la destilación lo utilizan para agregar unas cuantas gotas al jabón de lavanda, este es el valor agregado que defiende Ausencio en sus productos. 

Destilado de lavanda    

El destilador lo forman tres equipos: alambique, caldera y condensador. 

Inicialmente se coloca la flor en seco en un tambo, por separado en un segundo recipiente está la caldera que se utiliza para  hervir el agua. A través de conexiones de mangueras se destila por método de rastreo de vapor.

De la caldera conectan una manguera a la parte baja del tambo donde se coloca la lavanda para extraer el vapor que se genera cuando el agua hierve.

Ese vapor pasa por una manguera al condensador, a este vapor le agregan agua fría a través de un serpentino para transformarlo en líquido y ser convertido en dos productos, el aceite concentrado de lavanda y el hidrosol. 

El proceso de destilación tiene una duración de tres horas. 

Así comenzó la historia 

En 1998 un matrimonio norteamericano conoció a un sacerdote de la comunidad La Colorada, ellos fundaron la asociación Esperanza de Joaquín y construyeron en la comunidad un centro comunitario con programas sociales.

En ese entonces el centro apoyaba con despensas, servicios de salud, becas y agua limpia; estos servicios eran donados por voluntarios de Estados Unidos que colaboraban sin cobrar por sus servicios. 

Pero el desarrollo del proyecto de negocio se dio con la asociación Alianza de San Antonio; vinculación que se dio a través de la asociación Esperanza de Joaquín. 

La Alianza de San Antonio, está conformada por un grupo de doctores que brindan ayuda social y han apoyado en Haití, Nicaragua y Centroamérica con servicios de salud, el proyecto de La Colorada es el más grande en México.

En el año 2005 representantes de esta asociación visitaron la comunidad, “venían con la idea de hacer sanitarios ecológicos” –recordó Ausencio-. Al ver las condiciones de la comunidad les propusieron sembrar lavanda.  

“Había una sequía bárbara, ellos querían apoyar a la comunidad y buscar un proyecto que pudiera darles trabajo”. 

Ausencio aceptó viajar a Idaho, en Estados Unidos para capacitarse durante dos meses en la elaboración de jabones. A su regreso a su comunidad traía una diapositiva para mostrar el proyecto y comenzar a tocar puertas.

Buscar apoyo económico y dar a conocer el proyecto fue lo que inicialmente les costó más trabajo. Lo primero fue gestionar la reparación de la bomba.

Sin apoyo local, Alianza San Antonio repuso el equipo y a través de la presidenta de la organización, los contactó con una persona que tenía la forma de importar plantas.

El primer lote que adquirieron fue de mil plantas, en dos meses los primeros ocho agricultores las hicieron crecer, de ahí las pasaron al campo.

“En el 2007 teníamos mil plantas en campo, con una hectárea de sistema de riego, un destilador y con eso empezamos”. 

El  proyecto inicio lento. Primero esperar el crecimiento de las plantas, reproducir más, cosechar, cultivar y hacer pruebas. 

A la par formaron un grupo de mujeres que aprendieran a hacer jabón, a partir de ahí dividieron el trabajo en tres secciones, productores, mujeres que elaboraban el jabón y el taller de costura.

Unificaron los tres segmentos, cultivo, producción y costura para convertirla en empresa, ese fue el obstáculo más grande por las ideologías de las personas al poner control.

Antes del proyecto las mujeres eran amas de casa y los hombres trabajaban en el campo sembrando maíz, frijol, chile y alfalfa. Una de las razones para animarse con el proyecto, era porque querían disminuir la migración.

A partir del año 2015, el Proyecto Lavanda se convirtió en una empresa autosustentable, ya sin el apoyo de la asociación. “Los riesgos son que no podamos hacer una administración adecuada”.

Capacitación 

En el año 2007 cuando se constituyeron como empresa, incubaron el proyecto en la Universidad del Norte de Guanajuato.  Se formaron como una Sociedad de Producción Rural con la idea de que fuera una empresa de modelo social con el compromiso de regresar algo de lo que se recibe a la comunidad.

En el año 2013 Ausencio se capacitó en PROEMPLEO, para desarrollar el plan de negocio y darle estructura de costos a los diferentes productos.

Proyectos sociales

En el año 2010 la Esperanza de Joaquín tuvo una recesión económica y ya no pudo continuar con los programas sociales por lo que Alianza San Antonio tomó los programas sociales becas, salud, alimentación y transporte médico.

Cuando el Proyecto Lavanda fue autónomo continuaron los programas sociales, para ello crearon una asociación civil de nombre “Adelante Juntos por La Colorada” para dar seguimiento a los programas sociales con una menor aportación de Alianza San Antonio. 

Como empresa -explicó Ausencio-, están obligados a dar un 10% de utilidades netas del negocio.

Los apoyos que ofrecen son diversos, entre ellos dan transporte a jóvenes que asisten al video bachillerato ubicado en Dolores. 

5 hectáreas de campo.

3 toneladas de flor fresca cosechan. 

1000 jabones por semana.

17 productos diferentes elaboran.

7 esencias diferentes.  

28 personas conforman el proyecto.

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