Desde hace más de 30 años, la pastelería local “La Casa de la Abuela Pona” ha encantado a los irapuatenses con recetas únicas y originales, con ingredientes 100% naturales, que son el deleite de chicos y grandes.
Atendidos por la fundadora Lupita Barrera de Sánchez acompañada de sus hijas Marcela y Lupita, ofrecen 7 variedades de postres caseros, así como pays y gelatinas, entre ellos la especialidad de la casa, el Pastel de Vainilla, que fue el impulsor de la creación de este negocio familiar.
Al darse cuenta de que tenía habilidad y gusto por la pastelería, Lupita Barrera aprovechó las enseñanzas de su mamá Doña Pona, y comenzó a hacer pasteles para familiares y amigos de forma gratuita, hasta que la demanda por sus pasteles caseros creció y cada vez fueron más solicitados.
En 1981, la señora Lupita tomó cursillos de repostería, en los que elaboró un pastel de grandes dimensiones para sus compañeras, y después del pastel de bodas de una de sus hijas que comenzó a cobrar por sus productos.
A partir de diciembre del 2006 la familia estableció la tienda como tal, para cubrir la gran demanda que amigos y conocidos comenzaron a pedir, y fue con su difusión que hoy en día, es una de las pastelerías tradicionales.
“Yo creí que iba a ser de poquito en poquito, pero en un rato ya no cabía en la cocina, los utensilios ya me quedaban chicos y hasta en la casa no había lugar, por lo que decidimos ampliar la tienda”, dijo entre sonrisas Doña Lupita.
La empresa cuenta actualmente con 8 trabajadoras y realizan una gran producción a diario, asimismo cuentan con un catálogo en el que muestran pasteles con decoración de temporada y festividades.
El área de producción donde se crea la magia culinaria se encuentra ubicada en la antigua casa de Doña Pona, y la tienda se encuentra al frente de la casa familiar, en la que colaboran los familiares, que con los olores y sabores transportan a los consumidores a la casa de la abuela.
El éxito de la pastelería los ha llevado a realizar pasteles para instituciones de renombre, cadenas de cine e instituciones educativas, que gustan del buen sabor y gracias al diseño artesanal, se han vuelto clientes frecuentes.
Asimismo buscan incluir en su carta pasteles como el mil hoja, clara de huevo pasteurizada para quienes gustan de comer sano y cuidar su cuerpo, y productos como el niño envuelto, a petición de los clientes.
Sin duda, las empresas con tradición familiar nunca saldrán del gusto de los habitantes del municipio, pues al tomar el primer bocado los consumidores se transportan a la época de la abuela.
