Cada que gritaban gol, “El Chino” de la porra Ultra Verde lanzaba su cerveza al aire y tenía que comprar otra.
Ese día sólo una esquina del Estadio Azteca mojó con lágrimas la playera, no era tristeza, eran lágrimas de satisfacción, de aquella por las cual esperas más de 10 años para obtenerla.
Eran los aficionados esmeraldas, quienes ocuparon una quinta parte del estadio en aquella final que se jugó en el Apertura 2013 ante América.
“Ese día ya me estaba pegando la segunda borrachera, pero estábamos felices, no había otras cosa por la cual festejar”, aseguró el “Chino”, quien evita dar su nombre real, dice “es como si lo fuera, así me conocen todos”.
Con la ilusión a tope, tres decenas de camiones con aficionados de León llegaron al estadio Azteca tras sortear varios escenarios.
“Se nos complicó todo, la llegada, al principio nos quisieron tirar la mordida los tránsitos, llegamos a la basílica y a conseguir boletos porque nadie llevaba y quienes sí pues afortunados, si dormimos cinco horas fue mucho”, dice.
Matar el tiempo en el estacionamiento del estadio, era otra misión,  poco a poco se reunieron todos los hinchas verdes y hasta las 6 de la tarde, fue la hora de entrada.
“Todo el rato estuvimos afuera, algunos sufrieron más que otros porque no se llevaron dinero, pero sabíamos que esa noche sería de nosotros”, comenta.
Adentro del estadio la gente se mostró desesperada impaciente, el recinto gigantesco poco a poco se llenó de aficionados, los verdes eran menor en número pero su grito seguro se escuchó en todo el Coloso de Santa Úrsula.
“Fue una fiesta todo el momento.. pero cuando dieron el silvatazo final a todos se nos erizó la piel teníamos una estrella más”, comenta.
Todas las emociones encontradas, que se calmaron al ver que su equipo levantó la copa ante el América, ‘los odiosos’, ‘los pollos’, ‘los millonarios’, como ellos les llaman.
El miercoles será una especie de encunetro que reviva esa emoción, la cual muchos esperan con ancias, como el Chino quien tal vez viajará.
 

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