El empresario Fernando Barba Amezcua falleció ayer al mediodía dejando una huella profunda en los irapuatenses, con proyectos que impulsaron el desarrollo y el bienestar social en la Ciudad que lo adoptó como uno de sus hijos predilectos.
A los 85 años, Barba Amezcua partió de esta tierra fresera, donde consolidó proyectos que beneficiaron a los irapuatenses, dejando empresas florecientes, como él mismo definió los negocios que su padre emprendió en Colima, Don Pascual Amezcua.
Familiares, empresarios y amigos lo acompañaron en su último recorrido por Irapuato, que se concretó en una misa en el templo de San Juan Bosco, donde el padre Jesús Alejandro Lara Navarro destacó sus virtudes y la cercanía que tenía con sus conocidos.
“Fue un hombre que no se conformó con lo que la vida la presentaba, un hombre que siempre iba un paso adelante, un hombre que nunca se conformó con lo pequeño, que no sólo tenía una visión empresarial, también muy humana”, comentó, además de enviar un saludo fraterno por parte del obispo de la Diócesis de Irapuato, José de Jesús Martínez Zepeda, a los familiares del empresario.
Así como Barba Amezcua definía a su padre, un visionario a quien “todo le llamaba la atención”, es como los amigos, conocidos y compañeros de vida de Don Fernando lo recuerdan, en su trayectoria dentro del municipio, donde uno de sus proyectos más reconocidos, es la fundación del fraccionamiento Villas de Irapuato, entre muchos otros en los que buscaba mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.
Don Fernando también es reconocido por su éxito como pionero en la industria textil, que llevó a Irapuato a la cima a nivel nacional, siendo reconocido como una persona que no sólo buscaba consolidar sus proyectos sino impulsar a otros emprendedores irapuatenses.
Su ideario
El empresario tenía claro que para lograr el éxito había que cumplir reglas:
1. Orden
2. Limpieza
3. Puntualidad
4. Responsabilidad
5. Superación
6. Honradez
7. Respeto a los reglamentos
8. Respeto a los demás
9. Amor al trabajo
10. Ahorro