Roberto Vázquez Esparza es un sobreviviente del cáncer, se le diagnosticó el padecimiento el 5 de abril de 2014, a los 23 años de edad.
Un año después los resultados de sus análisis indicaban que tenía una vida por delante.
Beto como lo conocen sus amigos, es un joven alegre, un muchacho que a pesar de la adversidad ha puesto su mejor sonrisa y sobre todo, su fe en Dios de que las cosas serán mejores.
Apenas meses atrás mencionábamos que Beto programaba una caravana al Hospital para llevar sonrisas a los niños con cáncer, mientras él continuaba su propia lucha.
Con el apoyo de empresarios, algunas autoridades, amigos y ciudadanos de San Francisco, Purísima, del Estado e incluso del extranjero, logró tomar un tratamiento que le ayudó a combatir el cáncer que ya había invadido el 80% de su cuerpo.
Médicamente se le indicó que su probabilidad de vida se reducía a sólo unos meses.
La realidad fue otra, el 13 de mayo de 2015, Roberto y su mamá recibieron los resultados de los análisis en los que se mostraba que ya no había células cancerígenas en su organismo.
“Una oportunidad de vida de Dios. Me sentí emocionado, agradecido con Dios por todo, por las personas que puso en mi camino, por mi madre, por toda la gente que ha estado al pendiente de mí. Pero sobre todo por su bendición y por la oportunidad que me ha dado”, dice Beto.
Hoy, 5 meses después de esa fecha, se prepara para volver a realizarse los estudios. Sus huesos no le responden, el cansancio le gana, pero el entusiasmo sigue en pie.
Los síntomas que presenta lo tienen en alerta, sin embargo cree que se trate, como le han dicho, de una consecuencia de las quimioterapias que recibió, lo que hasta ahora no le ha permitido reincorporarse por completo a la vida.
“No puedo caminar mucho, el frío y la humedad me afecta mucho los huesos, me duele y me truena todo. Yo hubiera querido trabajar, seguir adelante, ser yo quien atienda a mi mamá… vamos a esperar para los próximos estudios”, comentó.