Eran finales de los años cincuenta cuando en el barrio del Santuario, nació un niño bautizado como Baltazar Herrera Meza, quien destacó pronto por poseer un gran espíritu de lucha. Con el paso del tiempo, se convirtió en uno de los elementos más destacados del equipo de sus amores: Reboceros de La Piedad.
Hijo de los señores Clemente Herrera y María Meza, Baltazar Herrera tuvo 7 hermanos. El mayor de los Herrera Meza, Rigoberto, fue la figura que lo motivó a convertirse en un jugador profesional con La Piedad.
“Mi hermano era un gran ejemplo para mí, ya que además de buen futbolista participó en eventos estatales y nacionales en atletismo. Pintaba para ser un gran corredor pero luego le gusto más el futbol y también jugó para La Piedad; incluso en otros clubes como en las reservas del León”, comentó Balta.
Y fue precisamente su hermano mayor, el que lo fue animando a que se dedicara a jugar futbol desde niño, etapa en la que recuerda las carencias, pues su familia -al igual que muchas de los barrios- no contaba con recursos.
“No voy a mentir, pero en ese entonces nos juntábamos en la calle con los amigos para echar una cascarita. Tanto era el amor por jugar todas las tardes en esas empedradas calles del Santuario que hasta descalzos la mayoría salía a jugar”, apuntó Herrera.
Herrera Meza tiene bien grabado en su memoria que el futbol en esa época era una comunión con todo mundo, incluso, para pavimentar la calle donde vivía, los señores organizaron un torneo de  para recabar fondos y lo consiguieron.
Balta siempre ha vivido por la calle Juan Álvarez, ahí donde creció al lado de sus padres y de sus hermanos, ahí donde quedó huérfano de madre desde pequeño y su hermano mayor, Rigoberto se echó en hombros a la familia; hecho que Baltazar recordó, dejando ver lágrimas en sus ojos.
“Mi hermano Rigoberto al momento en que muere mi madre, yo tenía como 10 años. Él se hizo cargo de nosotros y ha sido como un padre, un ejemplo tanto en el deporte como en el trabajo. Debido a esa situación, tuvo que dejar de jugar y dedicarse a una profesión, que en aquellos ayeres le dio la oportunidad de irse a la Ciudad de México para trabajar como ingeniero en una compañía”, recordó.
Cuando Rigoberto ya se había instalado en la capital del país, se llevó a Baltazar Herrera quien aún  tenía muy metido el gusanito del futbol. Pronto vio hecha realidad una de sus pasiones al ser inscrito en una escuela de fuerzas básicas del América.
Vuelta al terruño
De regreso en La Piedad a mediados de la década de los setenta, Baltazar Herrera conoció al entrenador Nacho Martínez, quien a petición del directivo Pancho Mares armó una selección municipal que logró destacar a nivel estatal y nacional.
“Nacho me mandó llamar para que integrara ese seleccionado con el que fuimos a un campeonato nacional en la Ciudad de México y fuimos campeones venciendo al estado de Jalisco, en un partido que se jugó en el entonces Deportivo Reynoso.
“Ahí, resulta que me vieron jugar gente del Club América y como antes había estado en fuerzas básicas, me querían de regreso para integrarme a las reservas”, recordó. Al final decidiría que su futuro estaba en Michoacán y no en Coapa.
Optó por quedarse en su tierra vistiendo los colores de Reboceros, a la edad de 16 años, junto a  otros jóvenes que lograron la hazaña de ser campeones nacionales; entre ellos recordó a dos de sus grandes amigos: Ramón “Monché” Zambrano y Ernesto “Neto” Morales.
Con la base de ese plantel juvenil campeón, Nacho Martínez armó el equipo para competir en Segunda División apostando por muchachos de 16 a 18 años de edad.
La Piedad dio la gran sorpresa en ese torneo de a mediados de los setentas llegando a puestos de Liguilla con un equipo de benjamines. En el torneo siguiente también repitieron y jugaron las semifinales con un equipo más experimentado.
Los elimina el Atlas
Durante esa etapa, Reboceros contaba con uno de sus mejores equipos de toda su historia, pues llegaron hasta la semifinal donde se midieron al Atlas al que derrotaron en la ida en el estadio Jalisco. Sin embargo, en el partido de vuelta en el Juan N. López, los visitantes remontaron el marcador global de una forma inexplicable.
“Se habló mucho de que nos habíamos vendido en ese partido. Yo ni a la calle quería salir porque los comentarios de la afición eran muy fuertes”, -aseguró  Baltazar Herrera; “bueno, me acuerdo que con un compañero fui a cenar al centro de la ciudad y ahí un aficionado  nos preguntó”: ¿Ustedes son de los que se vendieron verdad?
Carrera en Tecos
Después, a Baltazar Herrera se le presentó la gran oportunidad de seguir en el futbol profesional con los Tecos de la Universidad Autónoma de Guadalajara, que lo tuvo mantuvo en sus instalaciones varias semanas realizándole pruebas físicas y futbolísticas.
“Me acuerdo que Diego Malta y Diego Mercado en ese entonces tenían a su cargo el equipo y el directivo era el señor Leaño, quienes vinieron a La Piedad para platicar con mis directivos y conmigo para invitarme a quedarme allá”, dijo.
Las cualidades de Baltazar Herrera encajaban en lo que buscaba Tecos por lo que ofrecieron en ese entonces un millón de pesos por su pase al señor Pancho Mares, Presidente del Club La Piedad.
“Era una gran oportunidad, pero soy sincero, en parte no quería dejar otra vez mi cuidad y uno acostumbrado a vivir aquí; allá me sentía muy solo las semanas que estuve entrenando, me sentía triste y eso también me llevó a no aceptar la oferta”.
Sin embargo, vino un revés en la vida futbolística de Balta. Justo cuando estaba entrenando en Tecos, recibió una llamada por parte del directivo Pancho Mares para que regresara a La Piedad y los apoyara en un juego crucial de cuartos de final en la Segunda División contra Zamora.
“Y pues que vengo y ganamos el juego. Pero me tocó sufrir una lesión en la rodilla izquierda. Yo solito me lastimé y eso me llevó dos veces al quirófano y no quedé bien lamentablemente, por lo que decidí irme a trabajar a los Estados Unidos, (en Salinas, California) ya que me ofrecieron trabajo y seguir jugando allá, con lo que pude tener una estabilidad económica para regresar a México.
Invitación a ser Director Técnico
Regresó de Estados Unidos en los ochentas. Década en la que Baltazar Herrera recibió una invitación del directivo Pepe Ibarra para que se enrolara al equipo de sus amores, pero utilizando pantalón largo.
“Tú tienes mucho conocimiento del futbol, creo que puedes encajar como entrenador del equipo; me gustas para que dirigir a los Reboceros, ¿Qué te parece?”, repitió Herrera las palabras exactas con las que Pepe Ibarra lo recibió.
Pero, la respuesta de Baltazar, fue un no. “Porque, primero para eso se necesita mucho estudio más conocimiento y una verdadera vocación para ser entrenador; no me miraba completo en esos aspectos y no quería defraudar a la gente.
“La verdad yo admiro mucho a los ex jugadores de Reboceros que ahora han sido entrenadores, Gena Ríos, Memo Hernández y desde luego Nacho Martínez; este último un gran entrenador de verdad”, comentó.
En su carrera hubo goles que marcaron su historia, como uno que le hizo a los Osos Grises el cual narró. “En una liguilla para calificar a semifinales, en tiempo extra me tocó anotar y uno más contra Morelia, a quien también lo eliminamos en cuartos de final”, dijo en tono alegre.
“Aquel juego ante Morelia, llegamos perdiendo 3-0 en la ida pero le dimos la vuelta y La Piedad ganó 4-3 con un gol mío”, fueron de las anotaciones más importantes en mi carrera y que aún revivo en ocasiones.
Finalmente Baltazar Herrera,  no quiso dejar pasar que parte de su historia como jugador fue influenciada por un técnico que para él es el mejor; el piedadense, Don Nacho Martínez Valdivia. “Es un gran entrenador, a lo mejor a muchos no les gusta por su carácter, pero gracias a ese estilo muchos de los jóvenes con hambre de sobresalir, entendimos su mensaje y en la cancha, salíamos a dejar el corazón por los colores auriazul de Reboceros”.

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