Cuando ni los mosquitos te dejan en paz en la banca del Nou Camp es que las cosas no van a salir del todo bien; América lo vivió, y si no pudo con los inocentes bichitos atraídos por su fosforescente casaca, menos iba a poder con un León convertido en toda una Fiera.
Fue 3-0, así terminó el partido en el inmueble esmeralda, ¡qué final del Apertura 2013 ni qué las arañas!; la afición esmeralda disfrutó anoche de un buen partido de futbol aunque Diego Novaretti ya anduviera quedándole mal a Juan Antonio Pizzi al inicio del partido.
¡Uff!, el argentino sólo atinó a inflar los cachetes cuando logró contener a un escurridizo Oribe Peralta, ¡de la que me salvé!… lástima que el otro central y también argentino Guillermo Burdisso no pudo decir lo mismo cuando esa calaca que gusta de lesionar, se apoderó de él apenas en el primer tiempo.
Tan emocionado de dejar la banca, Nacho hasta necesitó ayuda para ponerse la playera y Aldo Rocha, como buen compañero, lo auxilió para que en la cancha, disfrutara el primer gol esmeralda, y luego el segundo.
¡Ah caray!, nadie lo creía, ni Pizzi, que tan sorprendido estaba que no puso atención a que ya lo querían golpear; el profe tan buena persona que es, tan sano y amante de las bicicletas, ¿qué tanto daño puede hacer?
Bueno, él no, ¿pero qué tal Burbano?, ese colombiano malvado que dejó a Paul Aguilar con un dolor de cadera terrible; o Nacho, el defensa que al pobre de Javier Güemez lo mandó a volar cuando el marcador ya estaba prácticamente definido.
¡Era penal!, ¿o no era?, bueno, eso ya es lo menos… ¡esto está peor que la final!, parecían decir los ojos vidriosos de los pobres aficionados americanistas y la cara de Moi Muñoz, más triste que la de la pobre muñeca fea y eso que estaba llena de hollín.
“Espérate mejor, para que no nos metan el cuarto”, le decía con señas Samudio a Moi antes de un saque de meta cuando el complemento ya terminaba… nada tonto el defensor azulcrema, se acercaba el ingreso de Jonathan Gonzales y para qué arriesgarse a una mala sorpresa en el campo.
Ignacio Ambriz lo aprendió a la mala con sus Águilas, como visitantes podrán ser un desastre, pero en el Nou Camp, sólo el verde es vida.
