Agustín Cervantes/ La Piedad
Jugar en los tres equipos de Michoacán más importantes del futbol mexicano es todo un logro. Esta hazaña fue conseguida por el piedadense Miguel Vargas López.
A los 11 años, el joven de familia numerosa, creció en el famoso barrio de “Perros Bravos” donde sus primeros contactos con una pelota fueron defendiendo la playera de su equipo, el Independencia.
Sus padres fueron el señor Servando Vargas, también ex jugador Rebocero, y la señora Anita López quienes procrearon a 16 hijos de los cuales aún viven 5 mujeres y 2 hombres. Y todos muestran un gran amor por el balompié.
“En realidad yo nací en la casa de mi abuela, allá por la calle Mariano Jiménez pero desde pequeño mi papá compro la casa de Cuautla 181, en Perros Bravos y desde entonces aquí vivo” externó Miguel Vargas. Su infancia estuvo ligada al balompié profesional, pues su padre era jugador de Reboceros. Luego también fue entrenador.
Su padre le inculcó el gusto por estudiar y asistió al Colegio Cristóbal Colon. “Pero ya más grande me metí a trabajar en una tienda que se le conocía como ‘La Alfonsina’, ahí en el centro de la ciudad; me encargaba de hacer el aseo y más tarde, como a los 17 años, me empecé a ir a los entrenamientos del equipo La Piedad”, narró.
Su juventud pasó en los entrenamientos del equipo del pueblo y poco a poco, su papá, Don Servando Vargas, entrenador de los Reboceros de La Piedad, lo incorporó para que debutara en el equipo.
“A principios de los años 60’s tuve mi debut con La Piedad…me acuerdo bien que fue en un partido ante el Poza Rica y como primer entrenador tuve a ‘La Marrana’ Castañeda; afortunadamente me toco ganar 1-0 ese día”, recordó con tono alegre Miguel Vargas.
Su posición era extremo derecho, se distinguía por su habilidad en ese costado de la cancha, lo que al paso del tiempo le valió para que otros equipos se fijaran en él.
“Mi segundo equipo fue Morelia. Ahí llegué cuando aun jugando para La Piedad en torneo de Copa, visitamos Durango en una gira donde nos fue de maravilla al lado de otros grandes jugadores de Reboceros como Enrique Aguilar, portero; Trinidad “Carpo” Rodríguez y otros que no recuerdo muy bien”, agregó.
Con el equipo de la capital michoacana jugó cinco años, ahí se codeó con futbolistas como Luis Valdez, ‘Pelón’ Martínez, Marotti, el uruguayo Caros Miloc, Pablo López, Marco Franco, entre otros con los que se formó un gran plantel.
Pero el destino lo regresó a su pueblo. Miguel Vargas recuerda que volvió a ganar terreno y cariño de la gente de esta ciudad, donde en esta segunda etapa, sufrió una lesión en la nariz a consecuencia de una fuerte jugada.
“Luego, me costó mucho trabajo recuperarme físicamente porque la lesión no me permitía entrenar. Eso me llevo a desear ya no seguir más en el futbol profesional”, reveló el veterano.
Sin embargo, el futbol siempre da revanchas. En un momento grandioso Vargas López se enroló en su tercer equipo, también de Michoacán, los “Chongueros” de Zamora.
Sobre ese momento, Miguel Vargas recordó: “Yo había tenido la intención de no seguir más en el balompié pero gracias a que la gente de Zamora, como Luis Valdez que estaba muy allegado a la directiva de los chongueros, consiguió que me pagaran la operación de nariz y acepte jugar con ellos”.
Para Zamora jugó siete años y ahí fue donde se retiró del futbol profesional en Segunda División, donde vivió grandes momentos de gloria pero también sacrificios, ya que recuerda que le pagaban muy poco.
A jugar como sardinas
Miguel Vargas reveló que en sus tiempos, el futbolista jugaba por puro amor a la playera y muestra de ello son los largos viajes, “nos íbamos en una camioneta cerradas, de esas que tenían bancas atrás muy incomodas, pero así se hacían los largos viajes.
“Todos apretados como sardinas íbamos, llegábamos a los estadios como visitantes casi a la hora de los partidos; fueron muchas historias que vivimos juntos pero eso es lo que nos hacía más equipo a los Reboceros”, dijo.
Recordó también a muchos jugadores que pasaron por el equipo auriazul, entre ellos mencionó al de Numarán, Héctor Pulido, y a su hermano Nemecio; y a otros que siguieron sus carreras como en Cruz Azul y Tampico Madero.
Vida de árbitro
El seguir en el ambiente futbolero llevó a Miguel Vargas a no dejar nunca el balompié. Por lo que decidió enrolarse en otro equipo, pero ahora el arbitral. Ingresó al Colegio de Árbitros de la Liga Piedadense donde ya lleva muchos años adentrándose en la profesión.
Miguel Vargas sigue el legado de su padre, Don Servando Vargas, un ejemplo a seguir para nuevas generaciones y que aportó mucho al conjunto de Reboceros de La Piedad.
“Fue un señor que siempre me inculco el deporte. Cuando trabajaba en la tienda ‘La Alfonsina’, veía que iban a ser las 4 o 5 de la tarde, se me acercaba y me decía, ya va iniciar el entrenamiento, vete al campo con el equipo”, confesó.
Por ello también le nació el interés de enseñar lo que aprendió en los campos, incluso en una etapa de su vida trabajó para la preparatoria Natalio Vázquez Pallares como entrenador de futbol.
Ahí disfrutó mucho porque hacía lo que le gustaba y mejor, tenía mucho para mostrar a los jóvenes de los cuales, seguro alguno seguirá sus pasos en los empastados.

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