“Papa, no te preocupes, algún día volverá”; así consoló un niño a su papá cuando este no consiguió que Javier Mascherano autografiara un balón que cargaba consigo. Una prueba más de lo que en una estadía express, provocó el “Jefecito” en León.
Era de carne y hueso, los niños pudieron comprobarlo, no había ninguna clase de magia, y es que solamente basándose en su talento, trabajo y educación, Mascherano ha podido convertirse en uno de los mejores jugadores del orbe futbolístico, objetivo que María Esther García, directora general del Instituto Oviedo, quiso que sus alumnos no perdieran de vista.
“El objetivo primordial fue que los niños vieran que ese tipo de personas son de carne y hueso, que no hay fórmulas mágicas en la vida, sino talento, trabajo y educación. Él hizo hincapié en eso, que la educación era muy importante, dijo que el colegio y el deporte hicieron lo que es ahora”, señaló.
Y es que el futbol no es únicamente conseguir anotar un gol, sino pensar en todas las opciones para lograrlo: “Su mensaje quedó muy claro, educarse te ayuda a pensar, y eso implica tener libertad, crecer, saber defenderte”, agregó la directora, quien destacó la humildad con la que Mascherano se desenvolvió.
“Todos nos quedamos con una gran experiencia después de esto, los objetivos se cumplieron porque Javier tuvo la disponibilidad, y la humildad sobre todo para atender la invitación y compartir los valores que le ha dejado el deporte: honestidad, solidaridad y el trabajo en equipo”.
A pesar de las complicaciones en las que se vio envuelta su llegada a la ciudad, el motor del Barcelona se fue con una buena impresión de León, y no sólo por la espontaneidad y energía que los niños con los que convivió le transmitieron, sino por la felicidad que los argentinos que aquí residen, le irradiaron.
“Javier estuvo muy relajado, luego de la convivencia con los niños en el Oviedo y en las canchas Vibra, comió con Jorge Davino, paisanos argentinos y luego con Mauro Boselli. Decía que le llamaba mucho la atención que la comunidad argentina estaba feliz en León, incluso de Boselli dijo que lo veía feliz aquí, que entendía porqué no quería irse”.
Cómo irse si tanto de niños como de adultos, el delantero de La Fiera siempre ha recibido un gran cariño, mismo que el “Jefe” de la Albiceleste también pudo percibir.
“Hubo una anécdota que a mí me gustó mucho. Cuando Javier salía del Oviedo, un papá se quedó muy triste porque no había podido firmarle su balón, estaba más triste él que su hijo, y el niño volteó a verlo y le dijo: ‘Papá, no te preocupes, algún día volverá’. Eso es lo que genera el futbol, saca en los adultos el niño que llevan dentro”, finalizó.
