El sector educativo está brindando atención a los hijos de los jornaleros provenientes del estado de Guerrero, aseguró el delegado de la Región III de la Secretaría de Educación de Guanajuato (SEG), Francisco Zavala Ramírez.
Esto porque padres viajan con sus niños a diferentes estados del País, en busca de un ingreso económico en la pisca de alimentos agrícolas.
El funcionario señaló que desde hace tres años la SEG está ofreciendo asesorías educativas especiales a estos pequeños.
“Esta es una preocupación del señor gobernador (Miguel Márquez Márquez), para ello nosotros como delegación regional hemos enviado apoyos a través de un equipo de maestros que atiende a estos niños en horarios específicos con asesorías educativas.
“Ya conocíamos de este fenómeno, entonces ya habíamos presupuestado recursos para esta población y dentro de nuestras posibilidades estamos brindando el apoyo educativo”, dijo.
Aseguró que hasta ahora reciben asesoría unos 200 niños de comunidades como Arcina y Los Ramírez.
Zavala Ramírez agregó que como estos “no son niños que pertenezcan a la entidad, yo creo que se requiere de (otro) tipo de intervención, lo que nosotros hacemos es (apoyar) a través de un programa de asistencia educativa”.
Indigna desolación
En la gaveta número 25, en la parte inferior de la zona de bebés, en el cementerio de Santa Ana del Conde, yacen los restos de Zenaida Tiburcio Mendoza, quien falleció de desnutrición y neumonía a los 8 meses.
Apenas el domingo sus restos fueron depositados, pero el abandono de su tumba es evidente.
Celestino Tiburcio, padre de Zenaida, vino a Guanajuato a piscar chile, con la esperanza de regresar a Guerrero con unos centavos en la bolsa.
Leonardo Barrera Alcántar, sepulturero en el panteón, comentó que aún guarda en su mente la imagen de la bebé.
“No puede ser que en el siglo que vivimos, haya gente que llega descalza a un panteón a depositar los restos de una bebé, mire la tumba, es una tristeza terrible, ninguna muerte es agradable, pero en estas condiciones es más desesperanza la que se vive, de la que se puede soportar”, comentó el trabajador del Municipio.
“La bebé estaba apenas así, (abre sus manos a lo ancho de su costado), estaba chiquitita, con la pielecita pegada al hueso completamente, el domingo que la sepultaron, me tocó verla porque abrieron la cajita para ponerle un amuleto”, comentó.
Casa, en abandono
El abandono no está sólo en el panteón, también en la construcción donde vive la familia Tiburcio Mendoza.
En Rancho Nuevo al fondo, se ubica una construcción en obra negra, donde aparecen regados un comal humeante, envases de cerveza y trastes.
En el acceso están tirados unos pants color rosa, de talla 3 a 6 meses, junto a un oso de peluche, que seguramente fue la escasa diversión de Zenaida.
‘Queremos regresar’
La lluvia jugó una mala pasada a Antonino Concepción Vázquez, que acompañado por sus ocho hijos y su esposa, viajó de Calpanapa, Guerrero, para trabajar en la cosecha del chile, pero con tierra mojada “no hay trabajo”.
Es la primera vez que vienen a Guanajuato, pero ya habían viajado al estado de Jalisco.
Antonino, su hijo mayor de 17 años, su esposa y su hija de 12 años, trabajan con la esperanza de ganar al día 350 pesos al día.
También les pagan la gasolina para trasladarse en su camioneta a los campos agrícolas.
“Ahora no se pudo trabajar, tenemos que esperar a que no llueva para ir a la pisca”, comentó Antonio.
Él y su familia viven en condiciones de marginación y su alimentación se basa en frijoles principalmente.
Con mucha habilidad, una de las niñas pelaba unos pepinos que compraron por 12 pesos, que será la variedad en la comida.
“Vamos a quedarnos unos días más, unas dos semanas, para luego regresarnos a nuestro pueblo, ya queremos volver allá, porque ya estuvimos mucho tiempo fuera de casa”, dijo Antonio mientras vigilaba el paso de los niños de un lado a otro de la carretera de Santa Ana.
Esta familia espera regresar a Guerrero con unos 4 mil pesos, mismos que le tendrán que servir para al menos cuatro meses, cuando se genere una nueva migración a los estados de Jalisco, luego Sinaloa y de regreso Guanajuato, para concluir con un año más de peregrinar.
