Iniesta apuró el paso cuando observó el tablero electrónico que señalaba su salida de la cancha, aunque se tomó su tiempo para sonreír al amigo que ingresaba, colocarle la banda de capitán en el brazo izquierdo, abrazarlo y así cederle su lugar para que disputara sus últimos minutos como azulgrana.
Xavi pisó la cancha del Olímpico de Berlín como si de cualquier partido se tratara, disputó solamente 20 minutos pero eso le bastó para festejar en el terreno de juego la consecución de la quinta orejona del conjunto catalán.
Nadie escuchó el silbatazo final del árbitro turco Cüneyt Çakir, pero todo mundo sabía que, con la banda en el brazo, Xavi era el elegido para levantar la copa de campeón; Iniesta decidió quedarse un paso atrás para dejarle a su compañero la gloria, el protagonismo en las fotografías que desde ayer le han dado la vuelta al mundo.

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