La estudiante de mercadotecnia Mariana Castro Padilla, inició una empresa de bisutería llamada “Azúcar amargo” cuando lo que ella buscaba, no lo encontraba.
Azúcar Amargo es una empresa que comercializa bisutería importada para dama de calidad y última tendencia que se vende de forma on-line en las redes sociales en todo México.
Mariana de 23 años de edad, la menor del matrimonio de Alejandro Castro Enríquez y Gaby Padilla Álvarez, cursa el 8tavo semestre en la Universidad Iberoamericana campus León, inició con la marca el  mes de octubre pasado.
“Para el nombre de la marca, yo quería algo mexicano y también algo como de la década de los 90´s y se me ocurrió la canción de Fey, yo no quería un nombre en algún idioma extranjero” dijo la emprendedora.
La empresa surge por medio de la demanda de ese tipo de productos, de calidad y a bajo costo que estuvieran en tendencias.
La empresa comenzó como un negocio muy informal, porque Mariana vendía sólo a sus amigas, familiares, conocidas.
Cuando Mariana ya no se daba a basto con el inventario de productos que tenía, fue cuando se dio cuenta que su negocio ya se había convertido en algo más grande.
Mariana decidió crear el negocio cuando aún estudiaba la universidad “quería aplicar al momento los conocimientos que iba adquiriendo en mi paso por las aulas y quería una empresa creada por mi misma”.
En sus inicios la joven se enfrentó con problemas de aduana, hecho que le impedía satisfacer toda la demanda de producto que tenía, así que realizó los trámites necesarios para poder importar su joyería del oriente sin ningún problema.
En sus planes a corto plazo está abrir un local donde podrá abastecer de accesorios a todas sus clientas y seguir con las ventas on-line.
“Lo que más me gusta de mi trabajo es ver a mis a mis clientas  con el beneficio que mi marca les da. Es la satisfacción que siento cuando están contentas con sus productos” finalizó.
Andrea   y  su  pasión  “exótica”

La hija mayor del matrimonio de Fernando González y Norma Guzmán, cursa el 4to semestre de la carrera de diseño industrial en el Tecnológico de Monterrey campus León, inició el verano del año pasado una microempresa.
Al terminar el primer año de estudios universitarios es cuando Andrea inicia con su marca homónima con apoyo y respaldo de sus padres.
“Cuando empecé a estudiar diseño industrial, vi que mis ideas las podía hacer objetos y productos del día a día, entonces teniendo el material y las ideas, se me hizo fácil empezar aunque no es tan fácil como parece” comentó la creativa.
La familia González Guzmán siempre han tenido peleterías, parte fundamental para que Andrea desde pequeña estuviera en contacto con elementos ideales para la producción de bolsos, calzados y demás.
“Desde chiquita tuve el gusto por hacer bolso,  me acuerdo que agarraba los pantalones de mezclilla, hacía bolsas muy chuecas pero las hacía”.  Compartió Andrea.
Al principio del proyecto, la joven no estaba tan ‘enamorada’ del proyecto, pero poco a poco conforme fue conociendo más afondo todo el proceso y aspectos de la moda y tendencias fue cuando el diseño por las bolsas “flechó” su corazón”.
“Si ahorita pudiera cambiarme de carrera, estudiaría diseño de modas” Pero ha decidido terminar el compromiso que adquirió al ingresar a diseño industrial y más adelante especializarse en la moda y tendencias.
Andrea en su comienzo tuvo un arranque positivo con uno que otro tropiezo, hecho que fue clave para que se llenara de ilusiones y emociones para seguir adelante gracias a la buena aceptación de sus productos ante el público
La creativa considera que en su caso el ser mujer ha dificultado su proceso de elaboración “no sé si porque me ven chica o me ven mujer no me toman en serio, creen que es un hobbie y que se va acabar pronto, me dan trabas y se me hace difícil pero estoy seguro que eso lo venceré poco a poco”.
Todo lo de su marca le gusta. Su mayor satisfacción es ver su producto lucir en otra mujer.

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